lunes, 28 de octubre de 2019

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CONSIDERACIONES EN TORNO AL MALTRATADOR:


— El maltratador, si nada ni nadie se lo impide, se va a defender siempre (difundiendo sus hipotéticas bondades) de que se le demuestre que maltrata.
— El maltratador recurrirá a una justificación de aprendizaje insoslayable o de cultura: “que eso le han enseñado”, “que todos o muchos ya lo hacen o siempre lo han hecho”, “que le identifica tradicionalmente”, “que la vida le ha enseñado sufrimiento y hay seguir con él, sin evitarlo”, “que el sufrimiento ya es intrínseco a la vida y, así, en esto, no hace falta concienciarse en el no causarlo gratuitamente”, etc.
— Para juzgar al maltratador sólo es suficiente las pruebas o demostraciones de que lo es, esto es, hechos de maltrato (y más si son reincidentes), no lo que dice (puesto que todos van a embellecer sus decires); por ejemplo: si yo apaleo a una mujer, pues ya no me sirve lo que haya DICHO en toda mi vida (mis decires no son válidos, ni aunque los lleve a televisión, ni aunque los haga elegantes propósitos o lemas de respeto, ni aunque los repita una y mil veces para parecer correspondencias dignas de una ética).
— El maltratador desea fervientemente respeto porque él se cree que respeta (que no se le insulte a él de su maltrato, sí, o sea, que se le deje pasar o se le consienta: para que siga maltratando impunemente -o sin recibir una reacción de indignación- con sus cuentos de respeticos maravillosos). Así, se sugestiona -obsesivamente- en el: “se me insulta”.
— El maltratador se refugiará en la bulla (en la prisa para que no se profundice en lo que hace), en la frivolidad (o en el pasotismo) y en el calor de la multitud: “esto es del pueblo”(tomando la palabra por él), dirá, “esto es de hombres”, “esto es propio de los de mi sangre o familia”, etc. Es natural considerando que el ser humano es un ser social, que mejor se defiende buscando prosélitos, actuando socialmente como sea o en jauría.
— El maltratador ya da por hecho que su maltratado sufre a un mismo nivel que él y, además, que es necesario que sufra porque ÉL sufre.
— Todo ser vivo (un organismo) utiliza otros para alimentarse (no puede alimentarse de lo inerte) y, puesto que esa es la primera regla natural, inevitablemente ha de seguirla; pero, el utilizar a otros para otra finalidad, sí es evitable. Es decir, que otros sufran porque pretende un pausado divertimiento o seudocultura, es siempre no imprescindible, sufrimiento caprichoso o evitable o gratuito. Por ejemplo: siempre “haré sufrir”comiendo algo vegetal o animal (orgánico), pero no siempre es inevitable “hacer sufrir” por otra finalidad.
— Los cómplices del maltratador: Éstos, cuando son muchos, y creyendo que siendo muchos pueden eludir ser cómplices, reaccionan (ante quienes les señalan de una vez por todas como miserables apoyos de un maltrato) con cinismo corporativista o con alineación represora (censurando... recursos humanos o desacreditando -intolerantemente- a rumoreo farisaico).
— Contra establecidas mentiras o prejuicios: El sufrimiento es consubstancial a la vida, pero hay sufrimientos que no (sólo son interesados; por ejemplo: el sufrimiento de la domesticación que sólo lo causa el ser humano, o el alargar la agonía por una incurable enfermedad). El respeto va en consideración (es una voluntad, una libre apreciación que resulta deferencia) a un juicio ético; por lo tanto no siempre hay que respetar todo a un mismo nivel in-diferentemente o por moda (que es necedad, insusceptibilidad o cinismo), sino en consecuencia a una valoración de dignidad por lo que ya se ha hecho o no se ha hecho de crueldad o de injusticia probable. Es decir, para que exista la virtud o capacidad juiciosa del respeto (respeto es moralidad y no se nace con él) debe aplicarse el no respetar ciertas acciones; sin rodeos, respetar es respetar merecimientos que nunca pasan por alto para quien sabe que debe reconocerlos (así pues, nunca puede respetar uno que no reconoce previamente, que no tiene en cuenta una realidad o un esfuerzo o a quien tiene razón -de seguida negándole o usurpándole los merecimientos que eso conlleva-).
— La verdad sólo se demuestra con reglas razonables (a la verdad nadie la defiende más que la razón; se encuentra terriblemente sola ante todo lo demás: tendencioso, hipócrita, buenista y desprotector de sublimaciones o de inviables expectativas).






LECTURA CRÍTICA (DESDE LA CREACIÓN ARTÍSTICA)

Sólo entendemos lo que la vida nos dice y, de lo que nos dice, sólo comprendemos aquello a lo que le prestamos atención, un interés, una escucha, un merecido reconocimiento de que innegablemente posee unos influjos en nosotros, que nos hacen o nos comportan. Así que, si queremos evitar o mejorar algo o simplemente respetarnos a nosotros mismos, es necesaria una escala de valores donde esto es esto y eso es eso, con y en un diferente reconocimiento crítico, frente a la frivolidad imperante, al todo vale, a la confusión y a la manipulación que, en suma, se deriva o se desencadena.
No, no existe ningún valor ético con ya manipulación: ni justicia ni paz, o ni siquiera libertad.
Y la creación artística, desde luego, no está al margen, debe ser lo más cognoscitiva posible: en emociones, en autocrítica y en criterios tanto propios o reconocidos del entorno.
Cada autor debe decidir, él antes y no los dictados convencionales o institucionales, una manera suya o personal de crear, de acuerdo más a lo que él piensa o a lo que él siente.
A nadie se le puede prohibir pensar, ni pintar si quiere pintar, ni -como Leonardo Da Vinci- quiere hacer ya las dos cosas al mismo tiempo.
No pongamos puertas al campo, si Alberti quiso ser autodidacta bien que hizo -¿acaso él impidió a otro ser misionero por ejemplo?-, si Octavio Paz quiso ser además un pensador bien que hizo y si Juan Ramón Jiménez quiso escribir para minorías bien que hizo pues, eso precisamente, eso en un pragmático vivir, es decidir propiamente o en libertad.



Ni el saber ni el arte tienen PROPIEDAD; así que nadie, absolutamente nadie es quién para prohibirlo intolerantemente a otro.

(Textos de 2004)
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JOSÉ REPISO MOYANO
RECONOCIMIENTO DE LO QUE ES


Todos los seres vivos inevitablemente vayan a donde vayan perciben la realidad, pero en su extensión no la misma realidad -por ejemplo, un pez no con respecto a un pájaro-.
Sin embargo, todos y en concreto los de cada especie siguen a un modelo percibiendo la realidad, esto es, los seres vivos que constituyen una especie reciben de la realidad lo mismo aunque no quieran, con plena objetividad y con plena demostración(*).

Un árbol cualquiera recibirá de la realidad luz, una dosificación de nitrógeno, potasio, fósforo y oligoelementos, agua y dióxido de carbono siempre, de forma regular; aunque, claro, se diferenciarán de otro árbol esas intensidades que asimila de tales esencias o partes de la realidad para que, así, salvaguarde la individualidad existencial o, para todos, el principio de diversidad.
Por eso, nada cambia en el fondo -en cualidad-.

El ser humano, en su último eslabón de la evolución, funcionará en su esencia como la primera célula que hubo en la Tierra: nada cambia, excepto formas que "sustentan" el movimiento de todo, formas que garantizan -a su vez- que nada cambie.
Sólo las formas cambian.

Es un error el que se diga que un ser humano no percibe lo mismo que otro, por razón de que percibe lo mismo biológicamente -en cualidad- y conceptualmente todo lo que tenga una definición física directa: río, montaña, árbol, luna, luz, piedra, etc.

¡Ah!, por supuesto, lo que varía más es lo que vive intensamente de algo -en la experiencia, por medio de ella-.

Los seres humanos, de la realidad física, comparten casi el cien por cien de los conceptos (y de los genes casi... casi son los mismos de un animal a otro, o sea hay diferencias, pero no tan enormes) y sólo en la realidad social es en donde se diferencian con subjetividad porque, como es lógico, sólo en lo social un ser desarrolla su psicología, es decir, la formación de "pareceres" comunicativos, de partidos -que siempre atienden a lo emocional o a la idealización-, de gustos o de caprichos en cuanto a que, en la comunicación, los seres vivos ahí están más que nunca frente a frente, autoafirmándose o compitiendo sistemáticamente porque prevalezcan, sí, como individualidades de acción.

Por lo tanto, lo subjetivo es, ante todo, un "elemento diferencial" pero que nace del compartir primero (del hecho social), producido o añadido porque se defiendan sin duda ideas-utopías, o seducciones ante otros.
Es algo extraesencial, que no está nunca fuera de eso que se llama sociabilidad o sugestión social o complicidad social, de intención humana partiendo de lo social siempre.

Y, en eso, no debe imponerse, como ahora, ya ocupándose de la realidad como un "yo ante ti" que "me vendo mejor con éstas intenciones o con ésas", en beneficio de una proliferación de religiones individuales que cierran las puertas al proyecto común que respeta mejor objetividades o hechos u obviedades reales en la vida o en la sociedad, que ya estaban antes de ser maltratadas en el presente por la subjetividad de turno, o sea, que ya estaban antes de la subjetividad.
Pues, cuando el ser humano percibía también instintivamente como los demás animales, entonces, el agua era agua, el fuego era fuego y la tierra era tierra.

Cierto, es comprensible, está fuera de quicio decir "La realidad depende de mi religión particular, de mi cabezonería" y, además, como imposición o utilizando medios o recursos públicos que sencillamente no están en sensatez para eso, para eso, sin demostración, como... paranoia.
Es la realidad social la que sí depende de unos agentes sociales que todos, indididualmente, pueden ayudar o no. Esa es la que puedes cambiar tú.

Si el ser humano quiere construir algo, bueno, al momento se verá obligado a recurrir a principios objetivos, esto es, extraídos sólo de la naturaleza y estarán fundados en un orden racional (el orden irracional, por el contrario, siempre está provocado por la intención egoísta -de conveniencia- humana): común para todos.
Por ejemplo, construir una casa (ahí, eso es, no te sirve que te guste Maradona).

Al afrontar el Sida, ahí, lo subjetivo racionalmente está molestando en la manera de que se han de usar preservativos contra lo subjetivo de la religión, contra lo subjetivo de la costumbre, contra lo subjetivo del gusto personal o del "me parece" o "le gusta a los míos o a los de mi partido", en fin, contra lo subjetivo de lo mínimamente subjetivo.
Al igual, si una persona tiene gangrena, o bien se extirpa lo gangrenado o no hay nada que hacer, ante todos, quieran o no quieran, bailando o tumbándose al sol, eso es.

La muerte por hambre de miles de niños no, no es algo subjetivo ni puede arreglarse subjetivamente, ni sirve lo subjetivo aun en un principio para conocer el problema, ni puede arreglarse sin eliminar casi todo lo subjetivo, claro, sino el hambre en verdad es algo real que sólo con medidas de acción reales -y planteadas previamente con rigurosa factibilidad-se evitará; es decir, no se salva ni se salvará con lo subjetivo, ni con la prisa del gusto, sino ante todo con el objetivo absoluto o infinitamente absoluto -o más si lo hubiera- de "dándoles de comer", ni más ni menos.

Sí, lo subjetivo debería servir para distraer a nuestro ego, en claro, contra el aburrimiento, contra la monotonía, contra la depresión, para el juego -que causa placer y está bien-, para que lo social se unifique –convenciendo subjetivamente- mediante gustos particulares que cualquier sociedad debe de tener en cuenta para que sea lo más atractiva, participativa o democrática, para sentir experiencias emocionales que se comparten, para que se estimule la convivencia y la persuasión, para ayudar incluso -con tal persuasión- a que algo objetivo lo entienda alguno o "un cerrado de mollera" o un censurador de tal o cual medio de comunicación, etc.

Por ello, para respetar el Medio Ambiente no ha de proponer cualquiera "Esto es relativo, vamos de juerga...,vamos a hacer cada uno lo que nos parezca o lo que nos venga en gana", nunca, sino con criterio se ha de considerar primero lo objetivo, estrictamente lo objetivo muy ya por encima de lo subjetivo.
Teniendo en cuenta que lo subjetivo, lo que atiende a valores individuales y al mismo tiempo dependientes de una moda, es solamente algo subjetivo, personal, pero nunca... "relativo"; conforme a que, para que la realidad -aun la realidad individual- fuera "relativa", tendría que depender de algo extrarreal, no racional, no estable en el ámbito de la razón, y no es así: la realidad sólo depende de sí misma o, por principio, de la acción real que pueda hacerla.

Si no hay acción de comunicación, no habrá comunicación; si no hay acción de justicia social, no habrá justicia social.

Las tan recurridas perspectivas sólo pueden concebirse como recreaciones personales -necesarias- o subjetivas o que buscan o que ayudan a una objetividad, pero éstas no pueden extrapolarse como inherentes al terreno de la objetividad; ya que una perspectiva se fundamenta en la existencia de un punto fijo, el cual no existe nunca ni siquiera subjetivamente, puesto que el ser humano no puede ni podría aislarse como elemento de la realidad y a su vez estar determinando toda la realidad, sino está haciendo realidad como todos sus elementos que interactúan o está construyéndose -nunca solo- de realidad sin que pueda condicionar eso ni evitarlo -y ya, en cambio, la perspectiva considerada erróneamente como objetiva, pretende condicionar la realidad o darla como ajena o manipularla-.

Como conclusión, el ser humano, no puede imponer un punto de construcción del todo, en tanto que él es un estado de construcción que sigue en coherencia con este estado más que con él mismo.

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(*) Un sistema perceptivo no es porque sí, sino que atiende a una lógica que lo sustenta; así, el ser humano percibe por algo, con una causa y proceso, siguiendo a un modelo que comparten todos los de la misma especie.
Un peral no percibe lo que le da la gana con respecto a otro peral, sino lo que corresponde a leyes naturales o con una sincronía por ser "semejante" a los otros perales, es decir, para que sea peral debe tener unos denominadores comunes de percepción con respecto a los de su misma especie, con respecto a los que en cualidades físicas comparten o tienen lo mismo.

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NOTA.-
Una persona puede negar que respira por una intención escéptica o por una intención egoísta o por una intención... demente; pero, al momento que en verdad esa intención es real, es decir, que esa persona se queda intencionadamente sin respirar algunos minutos, deja de negarlo eso su verdadera intención de fondo y de práctica, su intención sin exhibicionismo, la puramente existencial.
El escepticismo no existe en el fondo; sólo existe como voluntad exhibidora e hipócrita -para llamar la atención-, pues nadie considera en la práctica una piedra para comérsela, ni una vida para no amar, etc. Es decir, nadie es absolutamente escéptico sino, cuando ya lo es en algo, por fastidio o como protesta, manifiesta que está harto o lo es de todo.
Todas las personas apoyan cada minuto que viven verdades absolutamente comunes (antiescepticismo en el fondo, porque ahí no impera el derrotismo en mantener una coherencia o la hipocresía o el chulerismo intelectual).

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AL QUE ADVIERTE LO DIGNO

Llamo a tu corazón en el abismo
de tanta perdición –de tanto olvido-
que, en un ayer, vivió su preciosismo
de cambiar el desprecio sin sentido.

Pero es duro sentir sin egoísmo
en este mundo al desamor vendido
o a la alta hipocresía –que es lo mismo–
con viles que al poder se han añadido.

Todo lo justifican por alturas
de la moral que creen conveniente,
con el helor del inventar locuras.

Ahora la injusticia es “muy decente”,
sobre todo rizando caras duras
y que infamia le den al que reviente.

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